Diseño, técnica y esencia mediterránea

En plena Albufera valenciana, donde el paisaje condiciona la mirada y la cocina forma parte de la identidad local, surge un proyecto que nos ha permitido trabajar desde aquello que más nos representa: unir la sensibilidad del diseño con la precisión técnica y la operatividad de la hostelería contemporánea.

Este restaurante nace del trabajo conjunto entre Hosper Profesional, un estudio de arquitectura e interiorismo de alto prestigio y un grupo hostelero con una trayectoria sólida en el sector. Un proyecto que busca algo muy concreto: que la esencia mediterránea no solo se saboree, sino que también se perciba en la forma de habitar el espacio.

Transformar un entorno tan singular exigía pensar cada decisión con la intención de equilibrar armonía estética, funcionalidad y eficiencia en el servicio. Desde cómo se recibe al comensal hasta cómo se organiza la cocina en las horas de máxima rotación.

La barra como punto de conexión y experiencia
Uno de los elementos clave del proyecto fue la barra. No como pieza aislada, sino como límite y puente entre la sala y la cocina. Había que lograr que esta zona cumpliera dos funciones simultáneas: ser operativa para el personal y, al mismo tiempo, actuar como elemento estético que protegiera visualmente las zonas más técnicas.

La barra se diseñó junto al estudio de interiorismo, cuidando proporciones, recorridos y gestos, para evitar cruces innecesarios entre personal y mantener la fluidez durante el servicio. Se incorporaron vinotecas verticales diseñadas a medida, que enmarcan el acceso y aportan presencia, y se trabajó la iluminación; temperatura, dirección y calidez para reforzar la atmósfera. El resultado es un espacio que organiza, protege y representa, tan funcional como visualmente integrado en el relato del local.

Capacidad y ritmo: cámaras y almacenes al servicio del día a día
Este restaurante trabaja con un flujo constante de comensales y un servicio prácticamente ininterrumpido, lo que hizo imprescindible prever espacios de almacenaje generosos y cercanos a los puntos de trabajo

Se diseñó una zona compuesta por cuatro cámaras de refrigeración, una cámara de congelación de gran capacidad y un almacén seco estratégicamente ubicados para asegurar reposiciones ágiles, minimizando desplazamientos y tiempos muertos. La eficiencia empieza en cómo se guarda lo que después se cocina.

Zonas de cocción pensadas para el movimiento
La cocina tenía que poder adaptarse a momentos muy distintos: la calma del mise en place, el servicio intenso, los cambios de ritmo y la simultaneidad de tareas. Para ello, se plantearon mesas de pase móviles que pueden acercarse o retirarse según necesidad, permitiendo expandir o contraer el área de trabajo sin interferir con la circulación principal. 

Un espacio que se ajusta al trabajo, no al revés.

El protagonismo del arroz
La identidad gastronómica del proyecto pivota en torno al arroz, y eso debía verse, olerse y sentirse. Se diseñó una bancada de casi nueve metros con ocho quemadores para paellas de gran formato y dos adicionales para fondos y caldos, creando un área de cocción que funciona como escenario tanto para el equipo como para el comensal. 

La posibilidad de visualizar este proceso desde el exterior convierte la cocina en narrativa: el restaurante se explica a través de su propio hacer.

La extracción como desafío técnico
La ubicación cercana a la playa y la estructura del edificio exigieron un trabajo preciso en el diseño del sistema de extracción y aportación. La cubierta, de chapa no portante, limitaba las cargas y obligó a replantear los trazados de los conductos en varias fases. 

Además, el ambiente salino requirió soluciones específicas anticorrosión para garantizar durabilidad y mantenimiento seguro. Fue aquí donde la ingeniería tuvo que dialogar de forma directa con el lugar.

 

El resultado es un restaurante donde el diseño y la técnica conviven con naturalidad. Un espacio que se puede vivir y trabajar. Una cocina que acompaña los ritmos reales del servicio. Una atmósfera que recuerda que el Mediterráneo no es solo un paisaje, es una forma de cocinar y de estar.

Creemos que los proyectos que perduran son los que respetan tanto la belleza como la operatividad. Este es uno de ellos.

En Hosper Profesional diseñamos cocinas que funcionan porque están pensadas para quienes las hacen funcionar.

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